Gracias Totales – Soda Stereo: la nostalgia que da gusto
Siendo abiertamente sincero, llegadas las 19 horas del viernes mis ganas de asistir al concierto Gracias Totales de Soda Stereo, o el tributo a Gustavo Cerati, eran prácticamente inexistentes. Pero dicen que Euterpe es la musa del buen ánimo y terminé acudiendo a su llamado; eso sí, sin muchas expectativas y con un deje de curiosidad para con la propuesta.
Al arribar a las inmediaciones de estadio de la Secretaria Nacional de Deporte el atractivo número de asistentes inmediatamente representó un buen augurio. La apertura de la velada estuvo a cargo de los ya clásicos Gaudí, a quienes no pude ver, aunque de ellos recibí nada más que elogios por parte de gente que sí tuvo el placer de volver a escucharlos. Ojalá y sus presentaciones se hagan constantes definitivamente.
Pocos minutos después de las 22:00, las luces se apagaron y Charly Alberti y Zeta Bosio inician lo que ellos han denominado como una celebración de la obra y vida de un insustituible Gustavo Cerati. El inicio se da con la proyección de un video con imágenes de varias etapas del trío argentino y con “Sobredosis de TV”, donde el grupo demuestra fehacientemente estar sonando preciso y ajustado desde el mismo principio.
A los dos miembros fundadores les acompañan en vivo Richard Coleman, el cuarto Soda ya habitual con ellos, un gigantesco Roly Ureta, y Simón Bosio en guitarras, y un monumental Fabián Zorrito Quintiero en teclados. La idea, surgida antes de la maldita pandemia, consiste en proyectar en video y audio a un invitado que se encargue de la voz en cada canción, con algunos artistas realizando una presentación sobre el escenario; aquí tuvimos a Fer Ruiz Diaz de Catupecu Machu, Andrea Echeverri de Aterciopelados y Alvaro Henriquez de Los Tres.
Confieso que me mantenía vacilante al respecto, pero luego de canciones como “Hombre al Agua”, con el mismo Coleman en voces, “Disco Eterno” con León Laguerri, “Lo que Sangra”, con Rubén Albarrán, “Trátame Suavemente” con Adrián Dárgelos, “En Remolinos” con Draco Rosa, la emoción y el entusiasmo fueron apoderándose de todo mi ser. Y era indudable que lo mismo estaba sucediendo con el resto de la multitud, cuyo frenesí incluso contagiaba a los mismos músicos, que se mostraron muy agradecidos y sonrientes durante las dos horas de show.
Tanta fue la buena onda, que la leve desatinada en “Cuando Pase el Temblor” con Gustavo Santaolalla en voces, fue recibida con risas y miradas cómplices entre los miembros del grupo.
¿Y las versiones? Muchas de ellas funcionan realmente muy bien y otras necesitan un poco más de sazón, como esa “Un Millón de Años Luz” con Mon Laferte (eso sí, Simón Bosio aquí es impecable). De todas formas, los momentos sentimentalmente manifiestos ocurren cuando era el mismo Cerati el responsable de estar presente durante varias canciones, como “La Ciudad de la Furia” o “Primavera 0”, cuya voz e imagen aún se erigen de manera poderosa y resultan emocionantes hasta las lágrimas incluso.
Otro gran elemento del concierto estuvo a cargo del material en video del grupo, con imágenes inéditas en las décadas de los 80 y 90. Sumado a este factor, un magnífico juego de pantalla, luces y sonido acompañó intachablemente este concierto ¿tributo?
Fue un tributo. Fue una celebración. Fue un concierto. ¡Fue un concierto, carajo! Todo eso constituye un respiro de buen ánimo. Después de todo, la musa de la música eso mismo representa.
Y que sigan los conciertos, que Cerati y su música no van a faltar.