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YUNGBLUD: Una misa emo festiva

La tarde del martes 21 de marzo en el Parque Olímpico de la ciudad de Luque comenzaba a oscurecer cuando el power pop asunceno de EEEKS -los más grandes entre los más pequeños del circuito indie local- concluía su set de regreso con “il Novo 60s”, que desató el primer pogo en el stage 3, en una calurosísima jornada que daba la bienvenida al otoño.

Por su parte, hacían lo mismo desde más temprano, el potente dúo alternativo proveniente de Manchester, Hot Milk, que hizo detonar las primeras distorsiones del día.

En ese marco, le llega el turno al cantante, compositor y músico británico de 25 años, Dominic Richard Harrison, conocido mundialmente como YUNGBLUD. El mismo se encargó de refrescar la calurosa tarde/noche con su juvenil sangre inglesa, que agitó al círculo de fanáticos que respondía al líder cuando les cedía su micrófono para que griten a los vientos «21st Century Liability» lo mismo que en temas como: «The Funeral» y «Parents».

Se llevaba a cabo un recital a dos voces, era un dúo entre Yungblud y los presentes, donde comenzó lo que el inglés aprendió en su paso por argentina: «Kilombo» con acento británico.

A la hora de «Tissues», se colocó la guitarra que estuvo acompañada de palmas y el «ohh ohh» en el coro. Yunglud decía que no podía que creer que estaba en Paraguay y estaba «jodidamente emocionado» por eso.

El sonido era impecable y bien aislado del resto, pese a que sus compatriotas de The 1975 estaban iniciando su set, en el main stage.
Yungblud siguió con el cortante «Strawberry lipstick» que levantó los puños hacia arriba, apuntando siempre al maestro de ceremonia, antes de que se coloque un croptop con los colores de la albirroja, para su tema más celebrado: «Fleabag». Dicha canción derivó en el goce y pogo de ese público que lo idolatra, aunque la letra de la canción reza lo contrario.

Un espectáculo emo/festivo, con solos de guitarra, baterías acentuadas y una voz estridente que no sentia dolor en cada «Hay hey» que exclamaba con fuerza.

La fresca propuesta de Yungblud hizo entrar aún más en calor a todos y sirvió como preámbulo de lo que sería una antológica noche del día 1.

 

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